Puede que el polvo que sigue a tus pasos, se postre ante mí, mientras el día y la noche se abrazan, en el mismo mar, puede que el paso del tiempo sea un leve, goteo hasta el fin, y que ya no esperes nada, que el alma se vista de gris, puede que sea, quizás, demasiado elocuente, puede que el mundo se acabe mañana, o después de cenar, ante esta fiebre suicida, no quiero escuchar nada más, pero, dime, (dime, dime) que esta revolución, a punto de estallar, es vientre de mujer, y dime, (dime, dime) que han vuelto ver a “Antoine, de Saint Exupery”, en pleno “vol de nuit” y dime, (dime, dime) dime corazón. Y mientras llegan de oriente, los aires de otra inquisición, ya hay un millón de profetas urgiendo pasar a la acción, tú sin embargo repites que habría que obviar el ciclón, y refugiarse de nuevo en el centro de la tempestad, creo que tienes razón, la verdad no me asusta, hay tantos bustos parlantes, cargados de trampa mortal, que no merece la pena pensar en dejar de silbar, pero, dime, (dime, dime) que aunque haya que correr, siempre nos quedará, la inmensidad del mar, y dime, (dime, dime) que aún queda un “Kirikú”, dispuesto a rescatar, el corazón de “Karabá”, y dime, (dime, dime) dime corazón.

Hace algún tiempo, que recorre la ciudad, la triste historia de Nando, un chaval con pedigrí, yo sólo voy a contaros, lo que en los papeles leí, aunque en las calles del barrio, algo más es lo que vi, en pintadas, ya de pequeño salía, a trasegar el cartón, empujando una carreta, con su padre y con su perra, y con esa misma vida, deambulaba por ahí, vivió en las casas baratas, a dos manzanas de aquí, desde el colegio, cuentas pendientes, bala perdida, en callejones y expedientes, fue la calle su instituto y mucho antes de los veinte, ya era padre de familia y trapichero independiente, sigiloso siempre andaba, rabilando por ahí, se acercaba y te decía, ¿qué puedo hacer por ti?, ¿qué puedo hacer por ti?, ¿qué puedo hacer por ti?, ¿qué puedo hacer por ti?, pero es difícil la vida, de quien no nace gentil, y al cartón y a la chatarra, añadió nuevas hazañas, al margen del buen decir, y fue así que en una noche, de diciembre un 26, le cogieron apañando, lo que había por ahí, detrás de un escaparate, que cruzó como un fakir, en el informe pusieron, que comió metasedín, que a las 7 entró en la y a las 2 y media al fin, su corazón canalla, quiso dejar de latir, pero en las calles del barrio, algo más es lo que vi, pues quizás le preguntaron, Nando, ¿tienes algo que decir?, ¿qué puedo hacer por ti?, ¿qué puedo hacer por ti?, ¿qué puedo hacer por ti?, y así se acaba la historia, de un chaval que conocí, tras una noche de invierno, qué triste mañana gris, paseando por el barrio, aún creo verle sonreir, vivió en las casa baratas, a dos manzanas de aquí.

Reivindico la mediocridad, la humildad de quien nada más puede aportar, reivindico el grito de la mano embarrada, y su derecho a vivir con dignidad, reivindico la camisa limpia, el mantel, la copa de vino, reivindico el aire y la luz, y los árboles públicos de los colegios, reivindico tu sonrisa cada mañana, tu ausencia de rencor, el lujo de compartir el último pedazo, y bailar antes de ir a trabajar, reivindico la decencia del pobre, la indecencia del inocente, la insolencia de la calle, y la sal impaciente de tu cuerpo, ya no creo en los hombres, pero hay un hombre, con tu nombre en cada siembra, yo creo en la semilla, creo en la sombra de tu hombro, porque sueño un árbol, y creo en sus ramas sólidas, pero no encuentro el último verso.

Aunque lluevan reproches desde los infiernos, por el tiempo perdido jugando en el suelo, no me importa volver a decirle a los vientos, que a pesar de tus noches, no somos perfectos, y después de volver y volver de regreso, del país donde ayer desterraste mis besos, es mejor asumir que acabar maldiciendo, si borrando mis noches, aún te sobran afectos, como fuera que así, aún seguimos corriendo, condenados al mismo pedazo de invierno, sobre el viejo mantel, desarmado y sediento, qué me importa decir, que no somos perfectos, no somos perfectos, no caben reproches, no somos perfectos, no caben reproches, al margen de allí, donde acaba la noche, ¿cómo haremos al fin para andar sobre el hielo, si tú quieres fingir primavera en invierno?, no me digas que así se camina en tus sueños, busca otro comodín que descalzo me quemo, no somos perfectos, no caben reproches, no somos perfectos, no caben reproches, al margen de allí, donde acaba la noche, voy llegando al taller del luthier donde ajustan los vientos, el otoño arruinó mis caracolas de mar, hay escombros de voz alumbrando un aliento, creo ver, allá don-de esa luz otra luna temblar. no somos perfectos, no caben reproches, no somos perfectos, no caben reproches, al margen de allí, donde acaba la noche.

Couché sur le divan, elle est partie, la salle est vide, bonjour mon amour, bonjour mon amour. Que cherches tu?, que fais tu ici?, Il n’y a personne, sauf toi et moi, bonjour mon amour, bonjour mon amour. Ne pars pas encore, il y a encore une lune, couche-toi prés de moi, ou laisse-moi, bonjour mon amour, bonjour mon amour. Bien que tu le saches, ne dit pas mon nom, et embrasse-moi, ou retourne-toi, bonjour mon amour, bonjour mon amour. Approche-toi, colle-toi à moi, caresse-moi, et prends-moi déjà. Bonjour mon amour, bonjour mon amour. Approche-toi, colle-toi à moi, caresse-moi, et prends-moi déjà.

Me tacharon de hedonista, por tener alma de artista, y me lo estoy pensando un poco, pero sin comerme el coco, y como no me gusta mucho, que me tiren con cartucho, voy a sacarle partido, a este vil malentendido, quiero cambiar de trabajo, quiero empezar desde abajo, porque al no ser carterista, trabajo cual trapecista, y es que arriba en el alambre, todo es pura incertidumbre uno envidia a los de abajo, y hace un frío del carajo, y además de peligroso, la verdad, es bastante soso, y después que en este gremio, nunca llega ningún premio, ya lo tengo decidido, cualquier día me despido, voy a bajar del alambre, basta ya de pasar hambre, y sin que sea rimbombante, pienso en un puesto importante, pero que sea divertido, quizá algo a tiempo partido, siento que llegó el momento, de avanzar con un intento, ahora viviré del cuento, por eso estoy tan contento, ya lo tengo decidido, cualquier día me despido, voy a bajar del alambre, basta ya de pasar hambre, Y aunque dé dolor de testa, voy a hacer canción protesta, algún rock los días de fiesta, que no todo sean siestas, y aunque parezca de autista, quiero ser un gran letrista, ser el amo de la pista, si me alcanza, con coristas, tengo sin embargo un trauma, doy mil vueltas en la cama, mi garganta no responde, como a mi, me da la gana, y es que para este trabajo, no se come tanto ajo, y yo soy fan del pepito, por culpa de mi apetito, pero ya, tengo previsto, para no pasar por listo, ir a canto, a algún cursillo, y ajustarme el calzoncillo, y si tuviera un fracaso, no pienso pegarme al vaso, porque a penas con cuarenta, aún me quiere, mi parienta, ¡o eso dice!, Ya está todo preparado, pronto estaré en el mercado, como me llamo Francisco, que voy a grabar un disco, ya lo tengo decidido, cualquier día me despido, voy a bajar del alambre, basta ya de pasar hambre.